viernes, 31 de diciembre de 2010

A hard day's night y feliz MMXI

La gran noche, la que empieza en las campanadas y no sabes cuándo acaba. Una noche dura, agitada, emocionante. Me recuerda al título de la canción de The Beatles. Siempre en un pedestal, sin bajarlos, a estos cuatro de Liverpool. Genios irrepetibles, como ese actor que hizo reir a tantos y que sigue, al menos a mi, haciendo reir una y otra vez: Peter Sellers. Sus películas son como los monólogos de Gila, uno no se cansa de reir con las mismas tonterías. Ahí radica su genialidad. Os dejo, para despedir el año, con una adaptación de la canción de los Fab Four. Disfruten, y feliz MMXI:



It's been a hard day's night, and I'd been working like a dog


It's been a hard day's night, I should be sleeping like a log

But when I get home to you I find the things that you do

Will make me feel alright



You know I work all day to get you money to buy you things

And it's worth it just to hear you say you're going to give me everything

So why on earth should I moan, cos when I get you alone

You know I feel OK



When I'm home everything seems to be right

When I'm home feeling you holding me tight, tight, yeah



It's been a hard day's night, and I'd been working like a dog

It's been a hard day's night, I should be sleeping like a log

But when I get home to you I find the things that you do

Will make me feel alright owww



So why on earth should I moan, cos when I get you alone

You know I feel OK



When I'm home everything seems to be right

When I'm home feeling you holding me tight, tight, yeah



It's been a hard day's night, and I'd been working like a dog

It's been a hard day's night, I should be sleeping like a log

But when I get home to you I find the things that you do

Will make me feel alright

You know I feel alright

You know I feel alright

miércoles, 22 de diciembre de 2010

En el Cottolengo

Poco a poco se va acercando otra vez el milagro de la Navidad (no confundir con la magia de la Navidad, esa ya hace un tiempo que nos está dando la brasa desde cualquier centro comercial) y es en estos días en los que, por ese milagro, hay gente que tiene una comida que llevarse a la boca gracias a campañas que se ponen en marcha y a gente caritativa.

Hoy he participado llevando alimentos al Cottolengo del padre Alegre, en Algete. Un lugar donde las niñas y mujeres enfermas sin remedio tienen su casa. La primera en la frente, sin remedio, sin solución. En su mayoría impedidas físicamente o con enfermedades psicológicas.

No se trataba simplemente de llevar alimentos, recibir la bendición de las monjas y volver a casa. Lo importante es dar un poco de calor a esas mujeres cogiéndolas de la mano, brindando una sonrisa, ayudarlas a cenar... y la recompensa no ha sido solo ver que se sienten queridas, atendidas por cientos de manos que pasan por allí, sobre todo en estas fechas. La recompensa es ver a los ocho alumnos que nos han acompañado darse a ellas.

Me voy a quedar con la imagen de una de las alumnas, de esas que has visto crecer durante años, con corazón decidido, con mirada fija en la mujer a la que atendía, y la cuchara llena de puré temblorosa llegando a su boca, una y otra vez. A cada momento más firme la cuchara y menos serio el rostro. En el postre, la cucharada de yogur no temblaba, y la cara de la alumna sonreía. Por mucho que fuera lloviera, yo no dejaba de ver el sol.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Holocausto

Hace poco escribí en el blog sobre Cracovia y, en concreto, sobre el nudo en la garganta que se te pone cuando visitas el gueto y Auschwitz. Yo lo siento por Pérez Reverte, pero hice fotos, lo cual no quita que tuviera sentimientos de rabia y repulsión contra quienes perpetraron y llevaron a cabo ese genocidio durante años.

Hace unos días pasé la tarde con un amigo al que no veía desde hace meses. Hablamos, entre otras cosas, sobre esto mismo. Los dos coincidíamos en que es algo que cualquier ser humano que tenga la posibilidad debería ver. Concienciarse de hasta qué punto el ser humano es capaz de deshumanizarse. Más aún, hasta qué punto un animal como el hombre es capaz de "desanimalarse".

Parece que, después de ver documentales e incluso estar en los mismos lugares donde sucedieron los hechos históricos más lamentables del siglo XX no hay nada más que decir. Pues no, siguen saliendo nuevas cosas sobre el holocausto. Hoy en ABC publican una entrevista a Patrick Desbois, un cura que ha escrito El Holocausto por balas. Simplemente la última pregunta y su respuesta es otra nota desgarradora de lo que sucedió:

-¿Es precisa la cifra de millón y medio de judíos ejecutados con bala en la Europa del Este?
- El cálculo es solo para Ucrania y está aceptado por los mejores especialistas, tirando por bajo. No hay exageración. Y la consigna era una sola bala para matar a un judío, para ahorrar munición, de tal manera que a los que quedaban heridos los enterraban vivos. Algunos tardaron tres días en morir. Como nos han dicho los lugareños, eran fosas cuya tierra se movía.

Y a mí se me remueven las entrañas.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Tesoro encontrado

Uno a estas alturas de la vida, que todavía considero breve, ha leído pocos libros, aunque haya estudiado filología, lo cual no quiere decir nada. Pero sí tiene claro que, de los que ha leído, tiene especial cariño por algunos. No porque sean buenos, más bien por el momento en que cayeron en sus manos (un regalo, una fecha señalada, los ahorros de una paga, un encuentro con el autor...) Y así tenemos las estanterías llenas de libros a los que les debes un cariño especial.
De esto, que parece no tener mucha importancia en nuestra vida diaria, me he dado cuenta especialmente esta semana. Me ha ocurrido con libros de Manuel Rivas y uno de Azcona. ¿Qué tienen que ver? Pues que en un taller de cine y literatura puse a los chavales La lengua de las mariposas, obra basada en unos cuentos de Rivas y que se ocupó de darles forma de guión Azcona.
Después de la película, yo que tengo en estima la prosa del genial gallego, y que alabo las películas donde puso su mano el riojano, me fui con mis libros a los alumnos para que les echasen un vistazo, leer algo de la obra primitiva... y que vieran lo que es un buen libro dedicado. Porque Manuel Rivas es, que yo conozca, el autor que hace del momento de dedicar un libro algo mágico. Mientras charla con voz sosegada saca de sus bolsillos pluma y lápiz y dibuja, pranquilamente, una barca en la orilla, un campo de amapolas...
Y mientras yo me recreaba con esos recuerdos de encuentros que tuve con el autor, los alumnos apreciaban el valor de esos libros. Después, por arte de birlo y birloque, me desaparecieron de la sala de profesores, y eso es lo que me ha hecho pasar una semana pensando en el cariño que le tengo a los libros. Y, tirando de aquí e hilando de allá, llegué a la conclusión que, equivocadamente, alguien los había embalado para una campaña de una ong que demandaba material escolar y de lectura.
Así que, hace un par de horas que vengo de helarme en un contenedor subiendo, bajando, abriendo y cerrando cajas hasta que, por fin...