lunes, 17 de enero de 2011

Tocando la fibra

Es un placer levantarse algunos domingos y desayunar a lo grande en una buena cafetería leyendo un par de noticias de cualquier diario. Ayer me llamó la atención la primera plana de El Mundo, donde salía Txelis, ex dirigente de ETA, comulgando en misa. Lo cogí y, después de echar un vistazo leí el obituario de Peter Yeats, director entre otras de la magnífica Bullit. Y para terminar el desayuno volví a la noticia principal, leyendo su crónica.

Es normal que los ciudadanos nos desesperemos porque terroristas condenados a mil o dos mil años de cárcel, cumplan siete y estén en la calle o en régimen solo de pernocta, pero no es culpa del delincuente, la culpa es del sistema de justicia o de las leyes, ¿no? Así que no me cabreé más de lo normal porque es algo que está al orden del día. Algo que este diario está tratando de sacar a relucir últimamente, lo cual me parece bien.

Así que en la crónica se daba detallada cuenta de la vida de Txelis desde que sale de prisión por la mañana hasta que vuelve a dormir en su celda. Y curioso, fui leyendo su día a día, como una persona que pretende vivir de forma anónima: el trayecto a San Sebastián, las visitas a amigos, un café con su abogado, la misa diaria, sus estudios (prepara una tesis doctoral en teología sobre las bienaventuranzas de la no violencia, o algo así) y su trabajo de profesor de euskara en el colegio de La Salle; y aquí me tocó la fibra, que para mí La Salle es mi casa, no solo un lugar de trabajo.

Aturdido al principio, seguí leyendo la excusa del director del centro, que decía no tener constancia de quién era puesto que imparte clase a padres en un horario extraescolar y no sé qué milongas más. No hice caso a la excusa. Volví a repasar y noté el especial interés por recalcar que va a misa y comulga, que prepara una tesis en una universidad de Teología y que imparte clases en un colegio religioso. Algo quería decirle el reportero a la Iglesia. Estamos hablando de un terrorista que fue jefe de ETA, nada menos.

Entonces pensé en qué diría la Iglesia al respecto... nada. Al fin y al cabo, y sé que las comparaciones son odiosas, pero es la única que tengo en mente, San Pablo fue perseguidor de cristianos y más de uno padeció martirio por su culpa. Si está arrepentido de sus actos es Dios quien perdona, al hombre le cuesta.

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